RECORRIDO
INTERIOR, PARTE BAJA.
Nada
más entrar por el desvío de la carretera, existente frente al
cementerio (ver la página Como llegar), tenemos a nuestros pies la
gran acequia ganada por el hombre al Guadalaviar para riego de la
huerta, con su noria para abrevadero. A continuación una de las
zonas de recreo (para todas las edades), con su fuente, junto a la ermita
de San Roque, recientemente restaurada, el grandioso Convento
de los Carmelitas Descalzos (en restauración) junto a la
Plaza del Carmen donde hay días que conserva el ruedo metálico
instalado
para
las novilladas de las fiestas (ver página de Recorrido por
la Carretera).
Más adelante y a la izquierda el viejo chalet con su
pinada y su escalinata y a la derecha el Hogar del Jubilado y
Teleclub, con bar en la planta baja (ya sólo abre durante
las fiestas patronales).
Quiero
hacer mención en este edificio, para recordar que precisamente aquí,
se ubicaban antiguamente las herrerías del pueblo, conocidas como
"Las fraguas". Casi todas las viviendas tenían caballerías,
además de cerdos, animales de corral y cabras. Existía un cabrero,
que por las mañanas las recogía junto al molino, después de
avisar con el sonido de un cuerno para llevarlas al monte, donde pacían
todo el día. Al atardecer regresaba dejándolas otra vez junto al
molino y ellas solas se dirigían (atravesando las
calles) hasta las casas de sus dueños.
A
continuación,
pasamos por los restos del antiguo Portal de Teruel,
recuerdo de lo que fue la fortaleza de Gea, restaurado, con el arco,
gracias a los dos vecinos que lo incluyen en los edificios de sus
viviendas. Detrás vendrán una serie de casonas medievales, entre las
que destaca la Casa Grande de fachada blanca que
conserva el escudo de los Ilzauspea.
Antes
de entrar en la plaza principal del pueblo y a la derecha, podemos
observar la que fue Casa - Palacio de D. Manuel Polo y
Peyrolón, político y escritor. Su actuación ante Alfonso
XIII para conseguir el reparto de correo en la Sierra, fue un gran
logro socio-cultural para la villa. Actualmente, en parte de este
edificio se halla ubicada La Caja de Ahorros (IBERCAJA).
Ya
dentro de la Plaza del Ayuntamiento destaquemos,
aparte del propio edificio de la Casa Consistorial (ambos
recientemente restaurados), la Casa de los Peyrolón, con
su larga balconada y su preciosa fachada de piedra, la Casa de
Picazo (también en restauración) famoso médico valenciano de los años treinta,
especializado en las enfermedades de la mujer, la fuente cuadrada de
piedra con la estatua de San Bernardo (patrón de Gea),
con sus cuatro caños y el pasadizo típico a la acequia madre y a
la huerta bajo la Casa de los Blasco y de Carmen Artigot.
En esta plaza se patinaba en diagonal cuando no existía la fuente, después de
pisar la nieve tras las fuertes nevadas. Podemos considerarla como
el centro neurálgico de la villa.
Bueno,
continuando el recorrido por la calle encontramos a la izquierda la
típica plaza aragonesa sin salida de El Caite, más
caserones aragoneses (algunos de ellos abandonados hace más
de cincuenta años acaban de ser restaurados, la primera casa
restaurada
hace muchos años, con estrechamiento acusado de la calle, un caserón
nuevo en
construcción, el Callejón Estrecho y a continuación
la Iglesia Parroquial de San Bernardo
(siglo XVIII). Detrás de ésta tenemos el nuevo horno municipal
(cocción a leña). Después de la iglesia
pasamos el otro portal de lo que fueron sus murallas, el restaurado Portal
de Albarracín y ya hemos atravesado la calle mayor del
pueblo. Por cierto, se me ha olvidado mencionar un dato sumamente
importante en su día, para las viviendas de la izquierda de esta
calle, aparte de contar que albergan lo que fue el tramo bajo
de las murallas, se trata de "La Cicuela",
una pequeña acequia que recorre el interior de todas
estas
viviendas y que aún está en servicio. Imaginemos el adelanto de
sus moradores, cuando no tenían agua el resto de las casas y había
que ir al río a fregar los platos o lavar la ropa Otro dato son
la gran cantidad de balconadas que existen en el último piso de las
viviendas de la villa, denominadas en Aragón solanares,
y los portales.
Ahora
tenemos enfrente el viejo molino. Servía para generar electricidad
y moler el grano hasta hace unos años. Hoy día, el molinero (el
gigantón de Blas), lo utiliza como exposición de artículos
antiguos de la zona. La acequia madre pasa por debajo del molino. A
la izquierda del molino tenemos El Rastro, la segunda zona de recreo de la
población, con su fuente, juegos, paelleros, etc., todo ello junto
al río y el puente que cruza en dirección a la Sierra de Gea
(si, la de los rebollones). Pasado el puente y a la izquierda
tenemos el típico lavadero municipal recientemente restaurado y cien
metros más adelante está una de las zonas en expansión con
construcciones recientes y las instalaciones más modernas (excepto las eras con sus
pajares), en las que destacaríamos otra zona de recreo para niños
con su fuente, las escuelas, la ermita de San Antonio
con su antiguo Vía Crucis, las piscinas, la zona deportiva
con el frontón cubierto y la Casa de la Cultura
(Cuartel de la Guardia Civil durante el siglo pasado), con sus
dependencias de biblioteca, gimnasio, sala de informática, sala de
proyección, salas de exposiciones, juegos recreativos, bar, etc.
Volviendo
al Portal de Albarracín y a su derecha, tenemos uno
de los típicos callejones sin salida y detrás de ésta, la rústica
calle Curadero, al principio con inclinación suave y
terminando al alcanzar la carretera con una gran pendiente (ver la página
Recorrido Exterior), sumamente peligrosa para los camiones que la
subían cargados de troncos del pinar hace pocos años. Existe una
curiosidad con esta calle debido al lenguaje típico de los maños y
es que la llaman calle "Culadero", quizás por ser el
"culo" del pueblo, pero lo cierto es que antiguamente, los
edificios del exterior de la muralla, eran parideras de ovejas y aquí
se preparaban las pieles de los animales sacrificados y también se
curaba o secaba el cáñamo antes de agramarlo. En el centro de esta
calle y a la izquierda tenemos otra calle que era la antigua salida
hacia Albarracín cuando no existía la carretera, y que
enlaza con ésta.
En esta calle podemos imaginarnos como eran las murallas de la época
árabe, pues las casas están construidas aprovechando los muros
(algunos están a la vista). Además, en las aberturas realizadas
para conseguir puertas puede observarse incluso su espesor (115 cm.).
Por cierto, según José Artigot, por la calle Las Nogueras y la calle
Curadero entraban los toros y vacas de las fiestas hace ciento
cincuenta años. Los animales pacían en El Azud, en donde ahora está
el huerto de Los Liceres, que entonces aún no existía.
Con
ello se habría terminado el recorrido por la parte baja, claro que,
lógicamente existen más calles, pues no en vano el interior es una
encrucijada de callejas, que también es muy interesante visitar y
que nos transportarán a la Edad Media.
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